El vocablo ciudad viene del latín “civitas” y de la palabra “civis” (ciudadano), es decir, la ciudad como ciudadanía. Este es el sentido de ciudad que, en el siglo XX recupera el ensayista Ortega y Gasset, autor que ha tenido una notable influencia en la ciencia social española. Ortega parte de la distinción entre ciudad y naturaleza de manera similar a los clásicos griegos que distinguían entre la polis y el incivilizado mundo exterior, pone el acento en la ciudad política, donde el centro de gravedad se sitúa en la plaza, espacio público característico de la ciudad mediterránea favorecedor de las relaciones sociales cuyo origen se encuentra en el ágora griega.

En la actualidad, el término ciudad no está exento de polémica, siendo definido según la disciplina o el autor que lo acometa. En su acepción vulgar, el término hace referencia a aglomeraciones humanas que realizan actividades distintas de las agrarias. Aquí, la distinción entre ciudad y campo, de amplia tradición en el pensamiento urbanístico, se establece en función del tipo de actividades. Por un lado, están las actividades relacionadas directamente con la agricultura que se desarrolla en los núcleos rurales y, por otro, las actividades distintas de las agrarias (industria, servicios, etc.) que tienen lugar en los núcleos urbanos donde las relaciones humanas son más refinadas y complejas, y el aparato administrativo del Estado está más cerca del ciudadano.

El fuerte proceso de industrialización que vivió España a mediados del siglo XX dio lugar a que millones de españoles emigraran a las grandes ciudades y al extranjero. La primera migración importante viajó al extranjero. Por su parte, la emigración dentro del país superó cuatro millones y medio de desplazados. Este movimiento a la ciudad aumentó la población de las grandes ciudades (Madrid, Barcelona, Bilbao), el despoblamiento de los pueblos y el crecimiento de las zonas costeras.

Estos movimientos del campo a la ciudad provocaron que la población urbana sufriera un enorme crecimiento y diera lugar a las siguientes consecuencias:

  • Una nueva población trabajadora: de agraria a industrial.
  • Una transformación de las viviendas en las ciudades: de la chabola a la vivienda de protección oficial.
  • Una nueva clase obrera: de trabajadores a obreros cualificados con un mayor nivel social, con trabajo fijo y acceso a una vivienda.
  • Un ascenso de las clases medias
  • Unos desarrollos importantes: cambio moral, de costumbres y de cultura política.

La migración del campo a la ciudad se desarrolla especialmente después de  los años 60, a partir de la cual muchas personas que vivían en los pueblos ven que, en la ciudad, pueden encontrar otras oportunidades que no pueden encontrar en su lugar de procedencia; por ello, la población rural se ve atraída por la ciudad y deciden dejar su pueblo con la finalidad de conseguir recursos económicos estudiando o formándose en otra cosa para poder ayudar en su familia, ya que los pueblos estaban poco desarrollados y no tenían muchas oportunidades e, incluso, algunos no tenían ni para alimentar a sus hijos.

Aunque es cierto que muchas de las migraciones eran voluntarias, de manera que la propia persona decidía dejar su lugar de procedencia para poder ascender socialmente. En algunas ocasiones, la migración de la persona se producía de manera involuntaria, pues se veía obligado por alguien de su familia a irse de su pueblo, normalmente, porque su familia no tenía los recursos necesarios para poder vivir e, incluso, los hijos menores de edad tenían que trabajar o ayudar a sus padres para poder conseguir más dinero o recursos.

Los inmigrantes solían ser personas poco cualificadas en el sector industrial y el número de mujeres emigradas era mucho menor al de los hombres, pues el porcentaje de mujeres que emigran durante la década de los 60 no alcanza el 20% del total de personas que emigraron.

Resultados del proceso migratorio

Las consecuencias positivas, tanto en el campo como en la ciudad, fueron: disminuye el desempleo y la miseria; se recibe dinero de las personas que se van a la ciudad para ayudar a sus familiares; mejoran las técnicas empleadas en las actividades agrarias; aumenta la tasa de vitalidad de la población; aportes de dinero (ya que muchos campesinos venden sus propiedades en los pueblos para empezar sus propios proyectos y empresas industriales);disminuye la presión demográfica en el campo respecto a los pocos recursos que hay; rejuvenecimiento de la población en las ciudades; aporte de mano de obra; ayuda a los familiares del inmigrante a obtener un nivel más alto de vida.

Consecuencias negativas, tanto el  ámbito urbano como en el rural, fueron: disminuye la vitalidad de la población en el campo, ya que la mayoría de las personas que se mueven a las ciudades son gente joven; desequilibrios de la población por edad y sexo; la competencia de la población de la ciudad en el trabajo al disminuir el nivel de vida de los campesinos; aumenta la marginalidad de la población y suelen aumentar los precios; diferencia de salarios para los inmigrantes, ya que siempre les van a ofrecer salarios inferiores; disminución de los ingresos públicos; separación de la persona de sus familiares y seres queridos.

La migración campo – ciudad, aunque aporta numerosos beneficios para la población urbana (como mano de obra barata, servidumbre, productos agrícolas y bajos precios) es un fenómeno que discrimina a numerosas personas.
Esta enorme migración de las personas del campo a la ciudad ha provocado que los pueblos queden casi completamente despoblados o que algunos perdieran casi todos sus habitantes quedando solo unos pocos de ellos, lo que lleva a que los pueblos con pocos habitantes no desarrollen todo su potencial y las personas que viven en ellos no tengan los recursos o las posibilidades para poder vivir. En general, en estos pueblos, solo viven personas ancianas o adultos que pronto se convertirán en ancianos porque no quieren dejar su pueblo. Esto también provoca que vayan desapareciendo numerosos servicios (escuelas, comercios, centros sanitarios, …).

En resumen, todo un proceso que en quince/veinte años cambio la fisonomía de este país.

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